El Impeachment (proceso de destitución)

En mi modo de ver, este impeachment al presidente Donald Trump es una jugada jurídica en el ajedrez político de la Nación, una especie de "Jake al Rey" con la cual se persigue frustrar la candidatura de Trump en las próximas elecciones.

Es algo que debemos entender con frialdad, curados de pasiones. Si el presidente incitó o no a la insurrección del pasado seis de enero, ello carece de interés fundamental; creerlo o no, nos lleva tan solo a seguir el juego retórico con que los unos y los otros avanzan sus agendas respectivas.

Lo interesante, para mí, está en la repercusión de esta "jugada" en el futuro de la democracia norteamericana. No me sorprendería que Trump se postulara nuevamente en el 2024, y si así fuese, preferiría que su triunfo o derrota se decidiera en las urnas, no en el Congreso.

Pero no es tan sencillo. Los cazadores de Trump tampoco carecen de razones genuinas para querer truncar su carrera. ¿O acaso no puede un líder carismático destruir nuestro sistema como hizo Julio César con la República Romana en su tiempo? Algunos temen que sí. 

Si el "peligro Trump" fuese auténtico, el mismo radicaría en dos características suyas: su extraordinario poder de convocatoria y su demostrada adicción al poder.

Lo primero ha quedado demostrado a lo largo de sus cuatro años de mandato. Sus simpatizantes lo han seguido con lealtad y pasión, tanta como la requerida para asaltar la cede del Congreso en plena sesión el pasado seis de enero.

Lo segundo se ha puesto de manifiesto en las últimas semanas: Trump no ha escatimado recursos para sujetar su silla más allá del periodo oficial de su mandato. Esgrimiendo el argumento del fraude electoral, ha pasado de las cortes al Congreso, de ahí al Senado y finalmente a un intento desesperado de invalidar el resultado por mandato del mismísimo vice presidente.

Y a fin de cuentas ¿hubo fraude, o no?

No podemos saberlo, porque las pruebas nos llegan de esa misma prensa que (se ha dicho) está confabulada en contra del presidente. ¿Cómo creerle a una prensa en la cual no creemos? --Y a fin de cuentas, creer que hubo fraude o no, es secundario; lo importante es que, después que el Colegio Electoral, la Corte Suprema, el Congreso y el Senado han dado el resultado por válido, creer que no lo es nos lleva a poner en tela de juicio a la democracia misma. Aceptar que todos los poderes del estado se han confabulado en esta componenda es aceptar que la democracia, en este país, ha muerto.

Y es esta una conclusión que me niego a aceptar. La democracia, entiendo, comienza con la confianza en el sistema. Si esa confianza se pierde, entonces es mejor salirnos del juego y buscar otra solución.

Y es precisamente aquí donde radicaría --de existir-- el "peligro Trump". Porque, más que un presidente al que pudiera recordarse como el pacificador de Korea y de Israel con los Emiratos Arabes, Trump se ha convertido en un caudillo nacional. Sus detractores le odian como se odia a un anticristo, sus seguidores le adoran como se adora a un mesías. Un líder capaz de inyectar tanta pasión en la gente es el típico "salvador" en quien los pueblos depositan sus esperanzas para remover el "corrupto sistema".

El peligro de los caudillos no está en la prensa ni en la retórica de los políticos sino en la experiencia histórica. De ella sabemos cuan fatales consecuencias este tipo de liderazgo puede acarrear. Hasta el día de hoy, el sistema democrático norteamericano ha mostrado la solidez esperada, pero si el pueblo llega a perder la confianza en ese sistema, esa solidez se puede tambalear.

Yo creo en el sistema y, en base a ello, opino que el Impeachment no procede. A un embrión de dictador --si es que lo fuese-- no se le cortan las alas con un procedimiento legal; se le deja volar en la confianza que el pueblo decidirá en las urnas si elige a un presidente o a un "salvador".

Tengo plena confianza en que la dictadura no tiene --por ahora-- oportunidad en este país, como tengo también la certeza de que nosotros, gente común, tenemos el deber de evitarlo.


Comentarios

  1. primero lo primero Senado y mesias con con S. Despues te comento sobre el contenido pues desde el telefono no se me da, tengo q ir a la computadora, sólo un adelanto: con Corea (que en español es con C) Trumpito sólo hizo un papelazo y con la “reconciliación” en el Medio Oriente lo que le conviene a dos poderes como Israel y Arabia Saudita, ningún otro presidente lo hubiera hecho diferente claro.... en cuanto a caudillismo de eso ha sobrado al sur del Rio Bravo, de eso se trata de en lo q se ha caido y... de cortar alas, si se las hubieran cortado a Hitler los nazis no hubieran tomado tanta ventaja; ha de cortarse x lo sano, y ese es un problema porque al perecer el cáncer está bastante avanzado....

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  2. Sin dudas que verlo derrotado en las urnas tiene mejor sabor que el impeachment, pero esta claro que las elecciones libres no son algo que el, ni los seguidores mas militantes, aceptan. Creo que el congreso no tenia otra salida que proceder con el impeachment dado lo que paso el dia 6.

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    1. Te entiendo, y casi estoy de acuerdo contigo, pero hay otros angulos (no tocados en el articulo) en este asunto. Se ha dicho, no sin razon, que este impeachent va a echar mas leñas el fuego en el ya caldado ambiente. Es un argumento mas a su favor en su lucha "contra el sistema".

      No sé por qué me vuelve a recordar a Julio Cesar a quien le fue negado su derecho a correr por Consul por segunda vez (de acuerdo a la Ley Romana) y él optó por desatar una guerra civil que obligó al Senado a nombrarlo "dictador perpetuo"... espero que la historia no se repita en el siglo XXI.

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